Quien diría que hace tan sólo siete meses Vang Vieng era el secreto a voces entre los adolescentes ingleses, australianos y alemanes que se tomaban un año sabático, o “gap year”, entre el instituto y la universidad para recorrer el mundo, y de paso, correrse las últimas juergas salvajes antes de ponerse serios con los estudios. A poco más de un dólar la botella, el whisky local Lao-Lao era la bebida principal. El alojamiento no representaba un problema (aún pueden encontrase habitaciones por 12 euros,) y en la mayoría de los bares la pizza feliz y los batidos de hongos mágicos eran parte del menú, en una permisividad sin precedentes ni comparación respecto a otros países vecinos.

Pero en verano de 2012, el gobierno decidió que era hora de poner orden y cerró bares, prohibió operar sin licencia y acabó con la venta de drogas a plena luz del día. La consecuencia inmediata fue el descenso del número de mochileros, para enfado de muchos locales turísticos que sacaban pingües beneficios de ellos. Pasada la resaca, Vang Vieng fue recuperando la calma y la lozanía naturales. Los turistas, esta vez con más dinero en el bolsillo, han empezado en los últimos meses a descubrir su maravilloso paisaje y algunas familias se bañaban en el río el día que lo visitamos. La apertura del Riverside Boutique Resort, el único hotel de lujo de la zona, es toda una apuesta por un turismo de calidad que enderece la reputación de Vang Vieng y mejore el ambiente para locales y turistas.

¿Qué puede esperar el viajero que se acerque al nuevo Vang Vieng ? Para empezar, un paisaje natural de extraordinaria belleza, característico por las altas cumbres de rocas que enmarcan el río Nam Song y dominan el paisaje de campos de arroz tan lejos como puede abarcarse con la mirada. Impresionantes a cualquier hora, es al atardecer cuando llegan a su momento cumbre, maquilladas por los tonos rosados del cielo asiático al caer la tarde.
Para los amantes de la acción, Vang Vieng ofrece varias rutas de senderismo. A pie o en bicicleta, se puede visitar la cueva de Tham Phu Kham, considerada sagrada por los laosianos y muy popular por el lago verde azulado a su entrada. La cámara principal de la cueva contiene una imagen del Buda reclinado en bronce y, desde ella, pasillos de roca se adentran en el interior de la montaña, muy oscura (se requiere linterna y calzado adecuado). El lago se presenta como el final perfecto a la empinadísima escalera de piedras y ramas de 200 metros a través de la frondosa vegetación, no apta para personas poco en forma. Más fácil y accesible es la cueva de Pha Poak, que contiene curiosas formaciones rocosas y desde su mirador se puede disfrutar de una impresionante vista del pueblo y el río.
